Carlos Ordonez, Miami, 5/01/2024
La propuesta de cambiar el carácter del Pacto Histórico, pasando de ser una coalición electoral en los términos conocidos de Frente Amplio – la que dio resultados positivos en la elección de Gustavo Petro a la Presidencia de la Republica de Colombia en el 2022- a la conformación de un solo partido político liderado por los partidos en él coaligados, responde a la necesidad de consolidar y dar continuidad al cambio iniciado en el Gobierno del Presidente Gustavo Petro.
Es una acertada convocatoria para apoyar y difundir las realizaciones del Gobierno del Cambio y trabajar colectivamente en la organización y la formación de la opinión y voluntad de las mayorías ciudadanas, alrededor del ideario político que ha de seguir abriendo reales perspectivas de convivencia pacífica y progreso general e individual. Se trata de un trabajo presencial del Partido en todos los territorios del país, coordinado en lo posible con el que realiza el Gobierno, acompañado de medios de comunicación serios, capaces de competir con los de la oposición en su labor de desinformación y manipulación perversa e inescrupulosa de la opinión pública.
El nombre que sugiero para el partido es el de Pacto Histórico. Este nombre tiene el mérito de haber calado en la opinión pública y hace honor a esa coalición y al líder que la propició, Gustavo Petro Urrego, por haber dividido la historia política del país en un antes y un después de su triunfo electoral; un después que pretendemos consolidar.
El partido puede concebirse como progresista en tanto se propone profundos cambios en las mentalidades y costumbres de los ciudadanos para erradicar la ilegalidad, la corrupción, la sumisión y el egoísmo, para estimular la solidaridad, el conocimiento, el emprendimiento creativo individual y colectivo en la producción de bienes, servicios y artes, ciencia y tecnología, protegiendo el medio ambiente, así como llevar a cabo transformaciones políticas encaminadas al logro efectivo de una convivencia pacífica en el marco del Estado social y democrático de derecho y el progreso económico, social y cultural que mejore la forma de vida de todos los ciudadanos.
La tarea de constituir este partido político ligado a un objetivo tan claro como ese no es de poca monta; debe partir, para ser consecuente con el cambio que se propone, constituirse así mismo con visión de cambio.
Más aun, en el mismo proceso de constitución del partido puede iniciarse la tarea prevista para él: hacer participar en este proceso el mayor número de ciudadanos en una discusión franca y abierta sobre la plataforma política del partido con el propósito de permitir a todos los que honestamente lo deseen ser partícipes de la gestación del partido. El proceso debe concluir en lograr entendimiento sobre lo fundamental, que permita definir con gran ponderación sus dos elementos básicos: su discurso político y su estructuración organizativa y funcional.
Para empezar, con el nuevo partido han de descartarse en forma contundente las prácticas, convertidas en costumbre, de los partidos políticos tradicionales y sus sectas disidentes –las que optaron por formar tolda aparte para resolver salomónicamente la puja por el poder interno-; prácticas que han degradado la función que en una democracia avanzada le corresponde a los partidos políticos. Estas prácticas se visibilizan al apreciar la conversión de los partidos en antros burocráticos, comercializadores de avales, de votos en el Congreso, de contratos públicos, con el tráfico de influencias, así como en empresas compradoras de votos en las comunidades para asegurar la elección popular de sus agentes. Prácticas que reflejan la instrumentalización del potencial de votantes.
Estas prácticas encuentran apropiado caldo de cultivo en las instituciones públicas y buena parte de la población captadas por mentalidades y prácticas corruptas.
El Partido Pacto Histórico debe reivindicar la política, tanto en su actividad práctica como teórica y al tiempo reivindicar la función propia de los partidos políticos en el marco de un Estado social y democrático de derecho.
La política ha de constituirse en elemento esencial de la cultura ciudadana y su práctica ha de enfocarse en la deliberación racional, por lo tanto libre, y la toma de posiciones por los ciudadanos en la esfera pública, las que deben considerarse como mandato para sus representantes sobre la regulación jurídica de su comportamiento social, la dedicación y administración de los bienes públicos y la satisfacción universal de los derechos fundamentales; y la función de los partidos, debe ser más pedagógica y cognitiva que propagandística y psicológica, es decir, actuar como cosechadores y semilleros de ideas y propuestas orientadas a satisfacer intereses generales para actuar en la esfera pública política con gran motivación y convicción política en el proceso de la formación de la opinión y voluntad de los ciudadanos en esa relación entre Estado y ciudadanía, ciudadanía y Estado.
Esta deliberación política, que le confiere sentido y razón de ser a la política democrática solo es posible si no se tratan temáticas con actitud dogmática al estilo sectario de los religiosos. La actividad comunicativa de los líderes religiosos no es deliberativa sobre sus credos investidos de presunto sacro dogmatismo, por lo que no son sometidos a crítica alguna y tienden a influir en sus fieles convocando la fe en una autoridad trascendental. La política ha heredado esa misma actitud dogmática sacralizando sus convicciones como credo político y santificando sus líderes. Si los idearios políticos son factibles de crítica se abre la posibilidad de un horizonte de deliberación crítica y legitima que forma a la ciudadanía en el uso público de la razón y en el ejercicio de su autonomía participativa en la conformación del orden social.
Otro factor que entorpece la confrontación racional de posiciones o propuestas políticas en la esfera pública o en la esfera legislativa aparece cuando se participa con una actitud estratégica en la defensa de intereses particulares, con las cuales no se pretenden llegar a entendimiento alguno sino a influir una masa para instrumentalizarla con infundios irreales o marginados de lo verdadero, sembrando miedos, amenazas, etc., para imponerlas sin preocuparse si generan solución a los problemas o no, si generan inestabilidad o no, si generan integración social o no. Diferente ocurre con las deliberaciones con una actitud realizativa de respeto por el otro en dirección a llegar a un entendimiento con él en beneficio de todos, generando secuencialmente integración social y por tanto estabilidad social al asegurar las expectativas del comportamiento del otro en concordancia con el entendimiento logrado o pactado.
Sobre la plataforma política del partido Pacto Histórico aportaré en este Blog algunas reflexiones en varias columnas. Pretendo que ésta y demás columnas sean un acicate para iniciar cuanto antes la discusión sobre la propuesta de constituir el partido del Pacto Histórico.